LA DIGNIDAD DE LA PERSONA
La palabra "dignidad" es abstracta y significa "calidad de digno". Deriva del adjetivo latino dignus, a, um, que se traduce por "valioso". De aquí que la dignidad es la calidad de valioso de un ente.
El valor está insertado dentro de uno de los trascendentales o propiedades máximas del ente: el bien. Así, todo lo valioso es bueno, aunque no todo lo bueno es valioso.
El bien puede ser considerado, en nuestra opinión, de dos modos: a) suponiendo una tendencia hacia el deseo; y b) en cuanto a la perfección del en sí mismo. En el primer caso, el deseo proviene de una imperfección: lo que se quiere, se desea porque no se tiene. A la vez, el deseo expresa una tendencia hacia una plenitud: lo que se quiere, se desea porque el deseoso anhela ser mejor. Por tanto, el bien perfecciona, de algún modo, al ser que experimenta el deseo. Lo que se desea, se presenta como el bien por excelencia por ende, este bien excelente es el valor.
El segundo modo es considerar el bien en cuanto a las perfecciones que el ser tiene en sí mismo, independientemente de que sea o no objeto de un deseo. En este sentido Bcuchot, inspirándose en Santo Tomás, define la calidad de valioso o dignidad como "una bondad que resulta del ser mismo de la cosa". Esa bondad, a su vez, es resultado de las cualidades que, en sí mismo, tiene el ser. Un ser es perfecto cuando tiene todas las propiedades esenciales que debe tener para ser lo que es. En consecuencia, la dignidad o calidad de valioso dimana de las perfecciones que tiene un ser en sí mismo, lo cual, a su vez, lo hace ser bueno, ontológicamente hablando, e independientemente de la posibilidad que tenga de satisfacer deseos.
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